viernes, 20 de enero de 2012

YERBABUENA

Hace unos cinco años que no iba a la capital musical de Colombia: un terruño de mujeres sensuales y hermosas que deambulan vaporosas y coquetas por la tercera, en el centro de la capital tolimense. Así, recogiendo los pasos de la que en otrora fuera mi ciudad en breves épocas de infancia y la que marcó la mediatriz de mi adolescencia, me topé con un restaurante que mucho recomiendan en el centro y en otros barrios de la zona norte de Ibagué: YERBABUENA – RESTAURANTE COFFE BAR.
Es una casa de tres niveles excelentemente adaptada para crear un ambiente elegante, moderno y muy acogedor, ubicada en el barrio Belén en una de las esquinas del Parque Centenario (Carrera 6 # 9-81). Lo primero que me sorprendió fue el éxito del lugar, medido por la ingente afluencia de oficinistas y ejecutivos que me obligaron a esperar por una mesa libre para mí y mis acompañantes.

Al revisar la carta, otra sorpresa, me encontré con que ofrecían dos delicias del día y dos especialidades del chef; sólo cuatro platos fuertes cuyos títulos estaban acompañados por una generosa descripción de su preparación. Decidí ordenar un Picasso (producto nuevo, según la carta), un pescado grupper en salsa de reducción de vino y unas brochetas de verduras. Otros miembros de mi familia decantaron por un Bagre Milanesa y por la Lasaña Mixta.
La expectativa y la promesa de un restaurante de intención original en Ibagué, que me produjo enorme entusiasmo, empezó a verse opacada por una atención lenta y deficiente en las mesas. Continuando cuesta abajo, solicité una Club Colombia rubia mientras esperaba la orden y esta llegó acompañada (luego de una considerable espera y de repetirles mi solicitud dos veces más) de un vaso caliente y evidentemente sucio… quizá la comida compense este impase, pensé ingenuamente. Al llegar los platos, me topé con que el pescado grupper que anunciaban como libre de espinas y grasa, estaba también libre de carne: eran tres diminutos bocados (atención que no digo trozos o pedazos) acompañados por una salsa agridulce que no estaba tan mal y un supuesto sufflé a la naranja que además de exceder unas tres o cuatro veces el volumen de los bocados de pescado, en pocas palabras ha sido el puré más soso e insípido que he comido en la vida. Las dos brochetas construidas en un mondadientes eran trozos de verdura cruda (apio, cebolla, zanahoria y pimentón) sin nada más interesante para agregar. En resumen, el tal Picasso fue decepcionante; pagé veinte mil pesos para comer ocho daditos de verdura y tres de pescado, porque el tal sufflé me resultó aburridamente incomible.
Por curiosear, me arriesgué a probar el Bagre Milanesa ($10.000) y la Lasaña Mixta ($10.000). El bagre estaba tan sobre-cocido que no sólo tenía el aspecto de un chicharrón sino casi su misma textura cuasi-inmasticable, sería más lógico rebautizarlo “Bagre MilaTiesa”. En cuanto a la lasaña, si tuviera que padecer obligadamente un retorno más a YERBABUENA, esta sería sin duda mi elección; sin ser fantástica, debo admitir que estaba agradable.
YERBABUENA es un restaurante con un estilo interesante y con una millonaria inversión cuya decoración e infraestructura genera unas maravillosas expectativas para los oficinistas incautos y ciudadanos que buscan algo de nivel, que se diluye en un mal menú que transforma la emoción en desazón, literalmente. Una YERBABUENA no muy buena, con potencial sí, pero aún amargamente pretencioso.